viernes, 23 de agosto de 2013

Paseando por Corrientes con esquina Bouchard: Recuerdos del Luna Park



Hoy no hablaré de un combate concreto, sino que voy a hacerlo de un recinto deportivo en el que se han celebrado cientos, miles de ellos. Aunque abierto a diferentes espectáculos y famoso también, por ejemplo, como sala de conciertos, para nosotros siempre será considerado, ante todo, como uno de los templos míticos del boxeo mundial. Tomo violín, mandolina, acordeón y pongo acento porteño y pose que imita al, por otra parte, inimitable Carlos Gardel. Por supuesto, estamos hablando del Luna Park. O Luna Park, Palacio de los deportes

El Luna Park nace como una feria de diversiones, fundada por Domingo Pace en la calle Ribera, en la creciente ciudad de Buenos Aires sobre la segunda década del siglo. En 1917 se muda a “la calle que nunca duerme”, al número 1066 de la calle Corrientes. Aunque tiene un carácter de feria, pronto empiezan a celebrarse combates de boxeo. Según el propio púgil, Daniel Pericoli fue el primero en pelear allí, frente a Carlos Pellegrini y ganando en el segundo asalto. En 1923, coincidiendo con una exposición sobre radiofonía, se pudo realizar la transmisión por radio del campeonato mundial de los pesados entre Jack Dempsey y el aspirante argentino Luis Firpo.

El Luna al aire libre

En febrero de 1932, el hijo de Domingo, Ismael Pace y Pepe Lectoure (antiguo boxeador y campeón ligero argentino) fundarán el Stadium Luna Park que, aunque sin techar (se haría en 1934), es el Luna que hoy conocemos, sito entre Corrientes y Bouchard. Está concebido, en sus inicios, como estadio para actividades deportivas y como ambos ya habían sido promotores de boxeo, este será una de las referencias. El 5 de marzo ya se celebraba una triple velada , la primera de este inmortal recinto que, sin embargo, no fue bien recibido por todos. Algunos comenzaron a llamarle con mucha sorna  el “Madison Square Garden de lata”.

En 1936, el mismo año que el Luna Park sirvió de lugar de velatorio del grandioso Carlos Gardel, se produjo la reaparición de Firpo y 2 meses después su pelea final, en la que cayó 9 veces antes de retirarse en el 4º ante un mucho más joven Arturo Godoy, quien pelearía en Estados Unidos dos veces con Joe Louis. El resto de los años de esta década y de la siguiente son de afianzamiento del estadio. Los mejores boxeadores nacionales pasan por su ring. Por ejemplo, allí se dieron las cuatros guerras entre José María Gatica y Alfredo Prada,  la última de las cuales presentó 25.000 personas abarrotando el recinto y 5.000 fuera esperando el resultado. También algunas estrellas internacionales subieron a su ring, como Archie Moore, que en 1951 haría un par de peleas derrotando en la segunda al local Alberto Lovell.

En su 20 cumpleaños
En 1952 se cumplen 20 años de su nacimiento y se crea el gimnasio del recinto, que será clave para la forja de venideros campeones. Es una época de esplendor. Normalmente se hacen dos veladas por semana de carácter profesional: miércoles y sábado. Y otra u otras dos (martes y viernes), para el amateur. El resto de días  podía haber otros eventos, como el catch a la australiana. Pero también festivales de Tango, los famosos e ineludibles carnavales del Luna, etc.  En 1953 allí se presenta Pascual Pérez y en ese mismo año gana el título mosca nacional. Pérez es una referencia del boxeo argentino, que se proclamaría campeón del mundo un año después en Tokyo frente a Yoshiro Shirai, título del que haría 9 defensas hasta perder con el tailandés Pone Kingpetch. Aunque casi siempre defendió fuera de Argentina, Pascual “el terrier” Pérez (o León Mendocino) peleó con el cinturón en juego en el Luna Park, ganando al filipino Leo Espinosa

Los años 60 vienen marcados por la dirección de Juan Carlos “Tito” Lectoure, sobrino del cofundador y que había sido boxeador. Por esto, y por algunos grandes campeones argentinos que pisaron su ring. “Roquiño” Accavallo ya había ganado en él el título argentino y el sudamericano cuando, tras ganarlo en  Japón, las 3 defensas que hizo del WBA mosca tuvieron lugar en este estadio. Accavallo se retiraba campeón. Aunque sus principales combates se dieron en suelo extranjero, especialmente en USA y bastantes en el Madison  origianrio, “ringo” Bonavena peleó siempre que pudo en Argentina y, en concreto, en el Luna Park. Uno de los combates más importantes de la década en el Luna, a reventar con más de 25.000 espectadores, lo protagonizaron por el título pesado argentino Bonavena y Peralta* en 1965, con victoria del primero. 

Los 70 fueron muy convulsos para Argentina pero tendrán gran actividad en el Luna Park con momentos mágicos como la actuación de Frank Sinatra o la retransmisión por pantalla gigante de los partidos de la selección en el Mundial de 1978. Serán los años en los que el legendario e inigualable Carlos Monzón, que aquí ganó también el título nacional y el sudamericano pero también encajó su primera derrota (frente a Antonio Aguilar) haga tres defensas de sus títulos WBA y WBC del peso mediano: Emile Griffith I, Briscoe II y Tony Mundine.


En el último año de la anterior década y en los primeros de esta nueva, otro de los grandes, "el intocable", Nicolino Locche, hace cinco defensas victoriosas del título WBA del Superligero en este estadio. Entre ellas con nombres como Joao Henrique, el español Domingo Barrera Corpas  o Kid Pambelé (Antonio Cervantes).  Será también la década en la que el excepcional Galíndez gane el cinturón WBA del semipesado, en diciembre de 1974, frente a Len Hutchins, aunque ninguna de sus defensas y postreros nuevos intentos de título (13 peleas en total) pudo volver a hacerlos en Argentina y en el Luna.  Sí peleó, sin embargo, en pleitos no titulares y con anterioridad se habían dado tres de sus combates con Ahumada. Hugo Corro, en quien todos quisimos ver el sucesor de Monzón, haría sus dos defensas de los títulos medianos en este estadio también. Y los grandes púgiles argentinos seguían teniéndolo como principal plaza, como Miguel Ángel Campanino. 

Tito Lectoure, quien quitó el boxeo de la cartelera
La década de los 80 es de cambio, tanto para el país como para el Luna. El boxeo ha entrado en crisis y Tito Lectoure va relegándolo en su cartelera en favor de otros espectáculos (nacerá una gran actividad musical). No obstante, siempre hay sitio para ver a Santos Benigno Laciar (otro de los grandes), especialmente la defensa del título mosca frente a Hilario Zapata. O a “Uby” Sacco, "el martillo" Roldán y Juan Martín "látigo" Coggi, aunque sin peleas de título en juego.

 A medida que esta década avanza, el gimnasio se abre y cierra y hay un intento de legislación de prohibir el boxeo en Argentina, entre otros obstáculos. Son tiempos difíciles que llevan a la decisión de retirar de la cartelera el deporte para el que prácticamente había sido creado. Se hará el mundial de basket (recuerdo al gran "pichi" Campana, muy anterior a la generación de oro), albergará partidos de voleibol, Maradona celebrará su boda… pero no habrá boxeo. Además, emplazado en una zona importantísima, son muchos los que quieren comprarlo por razones económicas e inmobiliarias. 

Tras la muerte de Tito Lectoure, como homenaje a este y en el 70ª aniversario de su nacimiento, sus continuadores y herederos deciden que el boxeo vuelva al Luna. Y lo hará a lo grande, con el intento de un boxeador argentino, dos veces olímpico, de conquistar el título de la WBO del peso mosca (el de Laciar o Pascual Pérez) frente al nica Adonis Rivas. Su nombre: Omar Andrés Narváez, quien no podía fallar a la historia y se imponía por puntos.

Desde ese momento, el boxeo seguirá apareciendo regularmente en el Luna. Jorge "locomotora" Castro, que sólo había peleado en una ocasión en los 80, vio su sueño cumplido de pelear nuevamente allí; lejos de su mejor forma, eso sí, especialmente en la segunda, tras el accidente de tráfico, donde fue vapuleado por el colombiano Herrera (ahora tiene prevista una despedida-homenaje enfrentándose a la leyenda Durán). Maidana ha peleado un par de veces, Diego Chaves también, "el pigu" Garay conquistó el cinturón WBA frente a Barashian (ese que le luego le arrebataría Campillo), Víctor Emilio Ramírez realizó su única defensa del crucero WBO, etc.  No han pisado el ring del Luna como profesionales, sin embargo, dos de los grandes del boxeo argentino actual: Sergio "Maravilla" Martínez y Lucas Matthysse, así como otros púgiles de renombre tales como Luciano Cuello o Guido Pitto ("la bestia" Maciel, por ejemplo, debuta sobre ese ring en septiembre).  Es algo que deberán enmendar...

Narváez dedica el título a su padre fallecido.
Pero quizá la figura más asociada a él en estos últimos años es el ya citado y casi siempre infravalorado  Narváez. Allí, el año pasado, el "huracán" escribió una de las páginas más emotivas que se recuerden. Se iba a celebrar una defensa contra el mexicano Johnny García (título WBO supermosca) cuando murió el padre del boxeador argentino. La velada se retrasó del miércoles al sábado: Narváez dijo que él quería pelear y pidió que siguiera en pie la cartelera con ese pequeño retraso. Ese sábado, y entre lágrimas, noqueaba en el 11º a García y le dedicaba el título al fallecido. Uno de los actos más emotivos del Luna Park en sus más de 80 años de vida. 

Y así, a ritmo de tango, caminando por Corrientes y aledaños, parando de vez en cuando para disfrutar de un buen mate, esperamos muchas más batallas que contar.  


*Este Peralta es Gregorio, "Goyo". De los 16 hermanos Peralta, 4 se dedicaron al boxeo. Gregorio a fines de los 60 llegó a España, peleó con Urtain, luego mucho en Alemania y se estableció en nuestro país hasta 1982. Haría una segunda pelea con Bonavena en Uruguay, saldándose con un empate.

Su hermano Avenamar Peralta, por ejemplo, era 8 años mayor y  también está muy vinculado al Luna Park. Allí ganó el campeonato nacional del semipesado y sobre el ring de este estadio se batió nada más y nada menos que en seis ocasiones con Víctor Galíndez. Avenamar siguió a su hermano pero llegó a nacionalizarse español hacia final de los 70, proclamándose campeón nacional y peleando por el título europeo con Aldo Traversaro. El combate se saldó con un dudoso empate en Italia.

 Algunos combates en el Luna Park:

Nicolino Locche vs Kid Pambelé (siguientes partes en el mismo canal):


Carlos Monzón vs Bennie Briscoe II:


Hugo Corro vs Ronnie Harris:


Omar Narváez vs Johnny García (siguientes partes en el mismo canal):




miércoles, 14 de agosto de 2013

LA NOCHE MÁGICA DE SUNCHALES



Sunchales es una ciudad argentina de poco más de 30.000 habitantes perteneciente a la provincia de Santa Fe y situada a 135 kms de la capital de la misma (del mismo nombre) y a 600 de Buenos Aires. La localidad es conocida, sobre todo, por las importantes cooperativas allí asentadas y dedicadas a la industria ganadera y agrícola. Pero para algunos, entre los que me encuentro, lo es porque allí se escribió una de las páginas míticas del boxeo (y el deporte) español de los últimos tiempos.

Allí, en Sunchales, en la noche mágica del 20 de Junio de 2009, Gabriel Campillo se proclamaba campeón del mundo del peso semipesado (versión WBA) al derrotar a los puntos al púgil argentino Hugo Hernán “el pigu” Garay. El resultado ajustado de los jueces y su Decisión Mayoritaria no pueden esconder la exhibición por parte del púgil español, que mereció un resultado más holgado. 

Campillo
Campillo con el cinturón de Campeón nacional
El boxeador madrileño Gabriel Campillo, nacido el 19 de febrero de 1978, había debutado en el boxeo profesional en el año 2002. En febrero de 2005 se proclamaba campeón de España del peso semipesado al vencer al canario Juan Nelongo en su propia casa, Tenerife. Defendería el título contra el mismo rival en mayo de 2007, esta vez Madrid y por TKO en el 5º round. Ese mismo año, en septiembre tenía la oportunidad de pelear por el cinturón vacante Internacional WBA de las 175 lbs, para lo que se desplazó hasta Kiev para enfrentar ucranio, invicto con 16-0-0, Vyacheslav Uzelkov. Una mano sorpresiva seguida de un claro codazo llevaron a Campillo (“chico guapo”, como era conocido) a ser derrotado en el 6º por KO.

No se vino abajo y en la primera parte de 2008 enlazaba una serie de victorias, entre ellas contra púgiles como Israel Carrillo y Roberto Santos. El 20-09-2008 conseguía una gran chance: bajaría al peso supermediano para disputar el título europeo de la categoría al invicto alemán Karo Murat, en lo que era la primera defensa de este. Campillo dominó claramente la pelea pero fue ninguneado por unos mal llamados jueces, que inventaron una cerrada victoria (Decisión Mayoritaria) para el local. Desgraciadamente, esto acabaría convirtiéndose en una constante de la carrera del extraordinario boxeador español.

La actuación llamó tanto la atención (junto a las negociaciones de Atocha) que su siguiente combate, en marzo de 2009, fue por el título EU del supermediano. Esta vez el destino del español  era Dinamarca, para enfrentar a Lolenga Mock. El madrileño volvía a exhibirse y esta vez los jueces sí le daban la merecida victoria. Con poco para el descanso, su equipo le conseguía una oportunidad que parecía podría venirle grande. Saltaría nuevamente al peso semipesado para disputar todo un título mundial, el de la WBA frente al argentino Garay (combate que, en principio, parecía no estar pensado para él).

Garay
Hugo Hernán Garay nació en Tigre el 27 de noviembre de 1980. Su debut profesional se había dado en julio de 2001 y en los primeros años se coronó campeón argentino del semipesado y campeón WBO latino de la misma categoría. Haciendo una defensa de este título, se le pudo ver en Madrid, 06-11-2003, enfrentando a Alejandro Lakatos, combate que también era una eliminatoria WBO. El hispano-rumano puso en serios aprietos al “pigu” (alias del argentino), que llegó a recibir una cuenta. Pero en el último round Lakatos era cazado por su rival y la victoria caía del lado del buen púgil sudamericano.

Esta victoria posibilitó que Garay peleara por el campeonato mundial WBO (08-05-2004) en poder del húngaro radicado en Alemania, Zsolt Erdei. Fue un combate cerrado en el que creo que “el pigu” fue perjudicado por los jueces (entre ellos Maritxalar), que anotaron una Decisión Mayoritaria para su rival.  El 26-02-2005 se celebraba un rematch, también en Alemania, y la controversia nuevamente estuvo servida: Erdei se imponía por decisión dividida, dándole dos jueces la victoria (115-113 y 116-112) y otro concediéndosela al argentino (¡118-110!). Mi opinión es que nuevamente Garay mereció más.

Garay tras la victoria contra Braehmer
El “pigu” ganaría después, de nuevo, el título nacional y un regional, el WBA Fedelatin, en dos ocasiones. Finalmente, este le llevaría a poder disputar el cetro mundial WBA, el 03-07-2008 (3 años después del segundo combate con el húngaro), cuando fue declarado vacante tras no defenderlo el australiano Danny Green. En la fecha mencionada, y en el mítico Luna Park, Hugo Garay se convertía en campeón del mundo al dominar por puntos al co-aspirante, el bielorruso Yury Barashian. Para su primera defensa tuvo que volver a Alemania, para enfrentar a Juergen Brahmer. Esta vez se hizo justicia y el argentino conseguía una merecida victoria por puntos.

Su siguiente combate podía ser una defensa opcional. Y  así  fue como, tras diferentes negociaciones con unos y otros, la oportunidad fue para un  púgil español poco conocido a nivel mundial y que tuvo  que ser clasificado de manera especial para la velada. Una defensa, en suma, para cubrir expediente antes de que la WBA decretase el siguiente rival obligatorio…

El combate
Llegaba pues, la noche (que luego se tornaría mágica) del 23-06-2009. El combate se celebraba en las instalaciones del Club Deportivo Libertad, en velada retransmitida por TYC Sports y que contaba con el genial Osvaldo Príncipi en la narración, Sergio Chiarito comentando y llevando la puntuación, y las colaboraciones de los habituales Silvana Carsetti y el excampeón mundial del superwélter (título ganado en Madrid ante  José Manuel Durán), Miguel Ángel Castellini. Antes del combate estelar de la noche, se pudo ver, entre otros, al “Incho” Sosa ganar el vacante WBA Fedelatin supermosca frente al colombiano Elvis García y a la fenomenal Yesica Boop aplastar por KO en el 2º a Paulina Cardona, también procedente de Colombia, con el título WBA minimosca en juego. 

Pero todo el mundo esperaba el Garay vs Campillo. El campeón llegaba con un récord de 32-3-0 (17 KO’s) y el aspirante con 17-2-0. Sólo 6 KO’s en el palmarés del español, su único “defecto” (de todos es sabido que si Campillo “pegara” un poco más no tendría rival en las 175 lbs).  Como jueces, la WBA había seleccionado a Guillermo Pérez Pineda (Panamá), Alfredo Polanco (México) y Enrique Portocarrero Jr (Nicaragua). Como referee todo un referente, el estadounidense Steve Smoger. Danilo Graziutti era el maestro de ceremonias y como anécdota, las banderas de los contendientes las portaban no dos exhuberantes jóvenes, sino dos grandes exboxeadores argentinos. La española, el supermosca Gustavo Ballas; la argentina, “el martillo” Roldán

Pero no empezó bien la noche para los españoles. En los himnos, sonaba el de nuestro país… con letra. Es decir, nos ponían el pre-constitucional. Pero Gabriel estaba concentrado (en su equipo a alguien se le escapó una sonrisa sabedor del desaguisado). Grave error de los argentinos: el segundo de la noche. El primero, todavía mayor, era haber llevado a Campillo para esta defensa.

Campillo penetrando la defensa del "pigu" con el jab
 El púgil español, más alto, tuvo unos primeros rounds de estudio. Los tres primeros cayeron del lado de su rival sin discusión. Garay no hizo nada del otro mundo pero sí metió algo de presión a Campillo, lanzando alguna combinación abajo-arriba y algún peligroso volado de derecha. El español, agazapado, dejaba hacer, sin soltar el jab como se esperaba. ¿No tendría mucho más? ¿Respondía esto a un plan prestablecido? En el 4º y el 5º, la cosa empezó a cambiar. El vallecano empezó a usar el jab, a llegar con algún recto,  a moverse, a llevar la iniciativa ante un rival que se resistía a tomar el papel de defensor. Garay seguía sacando manos pero la mayor parte acababa en los guantes del rival, siempre muy bien protegido. Los asaltos 4º y 5º fueron muy ajustados, pero creo que el español no perdió ninguno. Los comentaristas de TyC Sports ya comenzaban a pensar si no estaría reservando fuerzas para dar todo en la segunda parte del combate.

En el 6º asalto empezó a verse el potencial del madrileño. Dominó el ring, entró y salió cuándo y cómo quiso, llegó con facilidad con el jab e intercaló nítidos directos de izquierda. Su primer round ganado de manera clara que no era sino una advertencia. En el 7º el dominio del español fue todavía más claro, a pesar de que el público comenzó a apoyar con fuerza a su púgil, sabedor de que estaba pasando por un momento difícil. Campillo persiguió al argentino, llegándole continuamente. Pudimos asistir a uno de esos momentos que hacen del nuestro un boxeador especial: alternando la derecha en jab y crochet, combinaciones de ganchos y cambio al upper, el recto de izquierda estrellándose en el rival, dominio de todas las distancias, esquiva y protección frente a los escasos golpes que el adversario puede lanzar. El pómulo izquierdo del argentino comenzaba a mostrar que esta era ya otra pelea.

Las dos caras de la noche mágica
Los siguientes dos asaltos siguieron el mismo camino y fueron claros para el español. Al salir al 10º, Atocha comentaba “este es el momento”. En la TV argentina, por su parte, se afirmaba que nunca habían visto a Garay tan perdido, tan superado por un rival. El “pigu”, guapo (en significado argentino) donde los haya y, viéndose apurado, decidió pelear en el infight. Pero Campillo no tuvo problema alguno para aceptar el reto. Bien tapadito, manos rápidas que estallaban abajo y arriba, y cuando “se cansaba”, pasito atrás y vuelta a empezar. Otro round claro del español ante un rival ya muy lastimado.

El 11º siguió la misma tónica, con Garay buscando la corta; valiente, pero llevándose la peor parte. El español, impecable físicamente, a punto estuvo de acabar el combate por la vía rápida. Pero la resistencia del rival, la ya mencionada falta de peso en la pegada y, sobre todo, una interrupción para colocar la cinta del guante, primero, y la campana, después, lo impidieron. Osvaldo Príncipi lo explicaba, con su habitual pasión, a la perfección: “Garay está peleando con un corazón de león. Técnica, estratégica y físicamente desbordado. Pero le mete la cara a la pelea… y le mete la cara al puño de Campillo”.

En el último round el argentino, de manera admirable, lanzó todo lo que tenía. Arrinconó contra las cuerdas a Campillo durante minuto y medio, tirando manos continuamente, aunque ninguna dañó al español y fueron pocas las que encontraron algo que no fueran los guantes o los brazos. A partir de la mitad, con Garay ya exhausto, fue el turno del madrileño. Las mejores manos fueron suyas y el argentino tuvo que agarrarse en varias ocasiones. Si puntuamos fríamente, también debe ser este round del español, aunque pocos lo hicieran así. 

Llegaba el momento de las temibles decisiones de los jueces. Graziutti comenzó con el panameño Pérez Pineda: 114-115 Campillo. La segunda anotación en ser presentada fue la de Portocarrero, 114-114. Finalmente, la del mexicano Alfredo Polanco, 113-114 para el español (imagino que 6 rounds para cada uno, pero uno 10-8 para el nuestro; sorprendente, al menos). Campillo era declarado nuevo campeón del mundo del semipesado, versión WBA. Sergio Chiarito, para TYC, la tenía 116-114 para el español. En su día, yo puntué 116-113. Aunque hubo rounds cerrados, no creo que Gabriel perdiera más de 4 y, posiblemente, sólo los tres primeros. Cuando Smoger alzaba la mano del nuevo propietario del título, Príncipi la calificaba como “la sorpresa más grande en la historia de los títulos mundiales en la República Argentina”. Ningún abucheo al resultado; al contrario, el público argentino, caballero, aplaudió al nuevo campeón.
Campillo y el cinturón WBA
Lo que no habían podido hacer Luis Rayo, Young Martín ni Domingo Barrera, ganar el título en Argentina, lo acababa de conseguir, en LA NOCHE MÁGICA DE SUNCHALES, Gabriel Campillo.

Este es el final de la narración del grandioso Príncipi, maestro de maestros. Emocionante.

martes, 30 de julio de 2013

El gran duelo: Benito Canal vs Mariano Echevarría



En su extraordinario relato The Duel: a military story, Joseph Conrad narraba los diversos enfrentamientos que dos oficiales de la caballería napoleónica  desarrollaban en los primeros 15 años del siglo XIX: D’Hubert y Feraud se veían enfrascados en diferentes duelos en los que el honor estaba en juego. Ridley Scott adaptaría la obra en su primera y magistral película, The Duellist (Los duelistas, 1977)

En el mundo del boxeo también se han dado rivalidades similares a las que Conrad describió. Normalmente se recuerda la serie entre Jake La Motta y Sugar Ray Robinson que culminó en el último, el de “La matanza del día de San Valentín”. Menos conocidos, Sam Langford y Harry Wills llegaron a pelear 18 veces entre 1914 y 1925; Langford, por cierto, también se enfrentó 13 veces a Joe Jeannette y otras tantas a Sam McVea. Casos más recientes y conocidos son los de Nishioka vs Veeraphol Sahaprom, Beibis Mendoza vs “el búfalo” Álvarez y, sobre todo, Israel Vázquez vs Rafael Márquez y Manny Pacquiao vs Juan Manuel Márquez, sagas compuestas por cuatro combates. Incluso en nuestro país, Valery Yanchi y Silvio Olteanu han tenido su tetralogía y la quinta pelea estaba programada como defensa obligatoria del cinturón de campeón europeo mosca (cinturón que ha dejado vacante recientemente). 

Anuncio de uno de los combates (el 3º)
La rivalidad de la que hoy vamos a hablar no resulta excesivamente conocida, pero no por ello fue menos apasionante. La protagonizaron Benito Canal y Mariano Echevarría a lo largo de la década de los 60. El número de pesos pesados era escaso en una España cuya prensa todavía recordaba los éxitos de Paulino Uzcudun en la categoría máxima, lo que posibilitó que estos dos púgiles batallaran entre sí una y otra vez.  Junto a otros, que generalmente subían del semipesado para conseguir una mejor bolsa, fueron los exponentes de la división durante toda la década.

Echevarría era originario de Bilbao había nacido a principios de 1936 y debutado en el boxeo profesional en 1957. Tan sólo un año después se proclamaba campeón de España del semipesado, título que disputaría otras 5 veces (con 3 victorias). Canal, por su parte, había nacido en Orense, en concreto en Fontao, una aldea del concello de A Merca. Había emigrado con su familia a la misma ciudad vasca, donde compaginó trabajos de electricista con la carrera amateur, en la que hizo unas 30 peleas. 

Benito Canal en los 60
Aunque en alguna entrevista Canal habló de que su debú se produjo en una pelea de 1962 por el título de España, al parecer ya había realizado algunas peleas antes. Una de ellas, documentada por la propia entidad, se produjo en la Navidad de 1960, en el marco de una gala de Navidad celebrada en el Frontón del Club Deportivo de Bilbao. Su rival… Mariano Echevarría, que sí que contaba este enfrentamiento. Echevarría venía de perder el cinturón del peso semipesado por descalificación ante Luis Vicente Serra. Hubo un golpe tan duro por parte del vasco que Serra cayó a la lona haciendo gestos ostensibles de que había sido dañado muy por debajo de la cintura; trasladado a los vestuarios, los médicos de la Federación comprobaron (ni imagino de qué manera) de que había existido el golpe bajo, por lo que el atentido era proclamado nuevo campeón por descalificación de su rival. 

En este primer duelo, celebrado el 24 (o 25, según otras fuentes) de diciembre de 1960, el más experimentado Echevarría dominó a Canal y se imponía por puntos en 8 rounds. Canal no reaparecería hasta un año después, disputando 3 combates en 2 meses y teniendo otro parón, lo que puede dar veracidad a sus palabras de que quizá no había entrado del todo en el profesionalismo. Por su parte, Echevarría vivía una buena etapa, al alzarse en abril de 1961 con el título de campeón nacional del pesado al derrotar al campeón, José González Sales.

Este era el título que estaría en juego el 9 de septiembre de 1962 cuando los púgiles se encuentren por segunda vez. El escenario, la plaza de Toros de Vista Alegre en Bilbao (recién estrenada tras el incendio de la Plaza Vieja), que presentaba una extraordinaria estampa con cerca de 9.000 personas siguiendo una velada que también supuso el último combate de Young Martín al caer derrotado por el local Víctor Carrascosa en 8 rounds. Canal ya era un mejor boxeador y, aunque pocos creían en él (hasta años después, él mismo, reconoció sus propias dudas), plantó cara en todo momento al campeón. El combate fue vibrante, con Echevarría buscando la corta distancia y el aspirante, más técnico, queriendo boxear. Al final, este decantó la pelea de su lado por puntos. Vicente Gil, que asistió a la pelea, anunció que se concedía a los dos púgiles la medalla de la combatividad. 

La primera defensa que el nuevo campeón llevó a cabo, el 20 de abril de 1963, tuvo lugar, con cierta lógica, en el mismo lugar y ante idéntico rival. Nuevamente un gran ambiente y un buen combate. Echevarría, con mucho menor peso que su rival, salió valiente y buscando acabar pronto el pleito. En el tercero mandó al campeón a la lona, con una combinación arriba y abajo; pero esta última mano fue demasiado baja, algo que volvería a repetir en el siguiente round. A partir de la mitad de la pelea, Canal pasó a dominar y en el nº 11 estuvo a punto de noquear a su adversario, al que salvó la campana. Al final, el campeón mantenía su cinturón al vencer por puntos. 

Vista Alegre, el escenario predilecto de este duelo

El siguiente enfrentamiento entre los púgiles, el cuarto, fue un enfrentamiento sorpresa. Canal había defendido un par de veces más el cinturón nacional pero, dado el número limitado de nombres españoles en esta división, se buscaban peleas con extranjeros.  Para el 3 de Abril de 1965 se había previsto su enfrentamiento con el alemán Albert Duscha (en realidad, un semipesado) en Bilbao. Escasísimas fechas antes de la cita, el teutón sufría un accidente de circulación y la velada (con el trotamundos Ángel García Robinson en ella) peligraba, por lo que se llamó a toda prisa a Echevarría, que aceptó el reto. Poco pudo hacer esta vez y caía derrotado por TKO en el 6º. 

En los meses siguientes, Echevarría clamó por una nueva oportunidad. Argüía que una lesión en la mano le había impedido rendir en los combates previos como debería haber hecho y que, tras un descanso, se encontraba en plenitud. Canal no se echó atrás y el 28 de noviembre de ese mismo año, esta vez en el Circo Price de Barcelona, volvió a subir al ring para enfrentar, a 8 rounds, a su ya conocido enemigo (aunque al parecer acabaron por llevarse bastante bien entre ellos). Canal, al contrario que otras ocasiones, comenzó dominando a su rival y anotándose con facilidad los primeros rounds. Después Echevarría se repuso, pero la pelea pronto decayó, tanto que hasta el referee paró en el 7º (de los 8 rounds previstos) la contienda para decirles a los púgiles, ya entre abucheos del público, que habían venido a pelear. Esto parece que les concedió nuevos bríos, porque al menos concluyeron con algo de acción. La victoria fue a los puntos para el ya asiduo ganador, Canal

Sin embargo, no eran buenos tiempos para el púgil nacido en Galicia. Menos de 15 días después se desplazó hasta Inglaterra para enfrentar al local Jack Bodell, con quien perdió en el segundo round. Esta derrota se unía a otras dos anteriores por la misma vía y en la que había dado la misma imagen: en Bilbao, en el mes de mayo, frente a Giorgio Masteghin (KO en el 1º) y en Roma ante Dante Cané en octubre (KO en el 2º). Fue entonces cuando la Federación, en la que Vicente Gil iba a dejar el puesto por estas fechas con la decisión tomada (aunque no dejó el de presidente de la EBU, que también ostentaba), decidió hacer uso de una cláusula por la que un púgil que había sufrido tres fueras de combate seguidos, podía ser inhabilitado temporalmente para salvaguardar su salud. 

La decisión fue polémica, sobre todo porque entre esas tres derrotas, se había encontrado el quinto enfrentamiento con Echevarría al que hemos hecho referencia. Quizá pesó la pésima proyección internacional que se había dado con esos combates perdidos fácil y rotundamente, pero lo que sabemos con certeza es que Canal era desposeído de su título de campeón nacional y de la licencia federativa. Aunque amenazó con incursionar en la lucha, lo cierto es que esperó hasta que se le devolvió la ficha. Esto no llegó hasta fines de febrero de 1967, ¡más de un año después! Tras un combate de rodaje, Canal era nombrado aspirante al título nacional, cuyo poseedor era ahora… no podía ser de otra manera: Mariano Echevarría

Benito Canal en 2010
El 10 de agosto se producía, pues, un nuevo capítulo de este duelo, otra vez en Bilbao, en el Pabellón de Deportes y ante 4.000 espectadores. Durante este tiempo sin enfrentarse, Echevarría había ganado mucho peso y ya superaba a su rival en este aspecto (recordemos que venía del semipesado). Canal, con mucho por demostrar, salió valiente al ataque, anotándose los primeros rounds. El ahora campeón, sin embargo, empezó a tomar la medida al combate poco a poco, y logró contrarrestar la técnica del aspirante con empuje y fuerza. En un lance hacia mitad del combate, Canal se quejó de una lesión en el hombro izquierdo. Los siguientes rounds no pudo hacer uso, apenas, de esa mano, por lo que fue presa fácil. Tras salir para el 9º, alzaba el brazo y abandonaba ante la imposibilidad de pelear en condiciones. Echevarría, algo que desde aquel primer combate no hacía, se tomaba cumplida venganza. 

El siguiente enfrentamiento no se produciría hasta un año después, también por el título de los pesados en juego. Fue el 15 de septiembre de 1968 y la novedad fue que se disputó en San Sebastián, en la Plaza de Toros. Un Echevarría muy pasado de peso no pudo con la mayor movilidad y técnica de su rival, que se imponía más o menos de manera fácil. Pero una mano del campeón abrió un corte tremendo en la ceja izquierda que, finalmente, llevó al árbitro a parar la contienda en el 9º. El público aplaudió a Canal reconocedor de que de no ser por esa herida y la detención, hubiera recuperado el cinturón. 

La vida de Canal empezó a cambiar, no por esto, sino porque contrajo matrimonio y pensó en abandonar el boxeo, aunque siempre declaraba que le gustaría hacer algún combate más y recuperar el cinturón de campeón. Unas cosas y otras llevaron a que no subiera al ring hasta nuevamente el 06 de Agosto de 1969, casi un año después y para escribir el último capítulo de la épica rivalidad. Ambos sabían, además, que el ganador alcanzaría una buena bolsa, pues debería defender ante la nueva sensación del boxeo español: José Manuel Urtain

Ningún sitio mejor que Bilbao y una abarrotada Vista Alegre, que dio cabida a casi 13.000 fanáticos. Los años y los kilos pesaron esta vez más en Echevarría, que se mostró muy lento, a pesar de la inactividad de su contrincante. Aunque  hubo asaltos en los que ambos se pararon a intercambiar golpes con fiereza, ambos abusaron de los amarres y la pelea fue algo deslucida. La técnica de Canal fue apuntándose rounds y, pese a que estuvo a punto de noquear a Mariano en el último, se impuso definitivamente a los puntos. A pesar de que retó a Urtain micrófono en mano, este poco después conseguía una oportunidad para disputar el campeonato de Europa, con lo que ese duelo quedó aplazado hasta que “el tigre de Cestona” perdió con Henry Cooper. Finalmente, Urtain ganaría fácil, en mayo de 1971, por KO en el 2º. Fue la última pelea del excampeón. 
Echevarría, a la derecha, junto a Urtain
Por su parte, Mariano Echevarría se enfrentó a Urtain cuatro meses más tarde que Canal, en septiembre. Rejuvenecido, Echevarría sorprendió al joven púgil con un fuerte ritmo desde el principio y que casi pudo mantener hasta el final. Incluso en el último round estuvo cerca de mandar a la lona al excampeón europeo. Finalmente, se decretó nulo, aunque el público recibió el veredicto con silbidos. Para ellos, así como para muchos cronistas de la época, Echevarría había ganado. 

Mariano Echevarría todavía extendería un poco más la carrera, retirándose finalmente en 1973. Su récord, 42-57-11. El de Benito Canal, mucho más escueto, fue de 22-11-4 (con esos comienzos poco claros). Por cierto, Boxrec y sus colaboradores españoles “mataron” al bueno de Canal en 1992, aunque al menos en 2010 seguía vivo y había regresado poco antes a su pueblo de origen. 

Sirva este pequeño artículo para homenajear a dos boxeadores, quizá ahora olvidados, pero que desarrollaron una rivalidad digna de ser resaltada en la historia del boxeo español.