Para LV
Cuando Cecilio “Uco” Lastra era paseado en hombros tras
coronarse campeón mundial del peso pluma, versión Asociación Mundial de Boxeo (
AMB o WBA), por los estrechos pasillos que dejaban libres las sillas de ring
del Recinto Ferial de Ganados de Torrelavega, culminaban unos vertiginosos
meses en los que había tenido cabida la profunda decepción y, ahora, la gloria.
Quizá representa el círculo que suele ser la vida, caracterizada por lágrimas
de dolor e impotencia seguidas de otras de felicidad. Así de forma cíclica.
Esa noche, en pleno éxtasis, también se encontraba el otro protagonista de la
historia, el mánager y promotor pugilístico (entre otras muchas cosas) José
Luis Martín Berrocal, que conseguía tener un campeón mundial. Compartido, pues
para esta velada había ejercido la co-promoción junto al hermano del boxeador.
A él se le debe buena parte de la revitalización del boxeo español de la
segunda mitad de los años 70, cuando se hablaba de una fuerte crisis en el
mismo. Vientos de cambio en todos los sentidos, ya que la democracia española
comenzaba a andar y el 15 de junio habían tenido lugar las primeras elecciones
desde 1936.
"Uco" Lastra |
Cecilio Lastra, nacido en Santander (en el barrio de Cueto)
el 12 de agosto de 1951, se había coronado campeón de España del peso pluma en
la capital cántabra, al derrotar al conquense Isidoro Cabeza por puntos en 12
rounds, en marzo de 1977. Llevaba tan sólo 16 meses de carrera profesional, si
bien había realizado más de 120 combates en el campo amateur. Sólo tenía una
derrota, cosechada ante el luego famoso Carlos Hernández y victorias ante
hombres como Rodolfo Blanco, García Marichal o Guy Caudron, en el que consideraba
mejor combate de su carrera en vísperas de la oportunidad mundialista.
Todo esto lo había colocado como aspirante al título
europeo que estaba en posesión del púgil nacido en Membrilla (Ciudad Real),
Pedro “niño” Jiménez. Pero antes, “Uco” tenía programada una defensa de su
cinturón de España, lo que llevaría a cabo ante su gente el 20 de agosto. El
rival, un emergente y pegador boxeador leonés, Roberto Castañón, al que había
derrotado en amateur por abandono en el primero. En un dramático y fabuloso combate, el aspirante
caía un par de veces y Lastra un total de 5, incluidas las tres en el asalto 11
que llevaron al TKO. Castañón se proclamaba nuevo campeón nacional,
continuando una rivalidad que tendría un par de episodios más.
Antes de la pelea contra Ortega, Lastra confesaba que esa
había sido su noche más triste. Y la desgracia no vino sola, ya que poco
después la EBU anunciaba que le retiraba la condición de aspirante al título,
que recaería en su verdugo. Para terminar de enredar la situación, Pedro Jiménez
perdía su siguiente defensa, en septiembre de 1977, con otro excelente pluma
español, Manuel Massó, también conquense
afincado en Barcelona (de hecho, los pueblos de Massó, El Pedernoso, y
Cabeza, Las Pedroñeras, están al lado). En poco tiempo, de un futuro campeonato
de Europa entre Jiménez y Lastra se pasaba al Massó vs Castañón, combate que
tuvo lugar en Barcelona un día antes que el mundial del cántabro y que
proclamaría al gran Roberto Castañón como campeón de Europa.
Como hemos apuntado, el gran artífice fue José Luis Martín
Berrocal. Madrileño, su familia era la propietaria de la empresa de transportes
La Sepulvedana. A principios de los 60 se inició como empresario taurino con la
gestión de la plaza de toros de San Sebastián de los Reyes y también fue
apoderado, ganadero e incluso llego a estar al frente de la gestión de Las
Ventas. Además, una de sus hijas llegó a casarse con un torero y se hizo asidua
(y sigue siéndolo) de las revistas de papel couché. Pero Martín Berrocal
también estuvo ligado al mundo del deporte, por ejemplo como presidente, en los
60, del Recreativo de Huelva (creándose bajo su égida el Trofeo Colombino) e
incluso intentó ya en el siglo XXI salvar, sin éxito, El Logroñés.
Pero quizá sea más recordado, en el ámbito deportivo, como
mánager y promotor. La verdad es que allí donde pudiera haber dinero, Martín
Berrocal siempre aparecía. Hombre muy dinámico, de grandes ideas, muy
impulsivo, intentó sacar campeones europeos y mundiales en serie realizando
grandes inversiones para el boxeo en nuestro país. Durante esta etapa su
principal efectivo era el hispano-uruguayo Alfredo Evangelista, que había
peleado con Alí y que volvería de su
mano al Madison Square Garden. También tenía otras figuras como el indomable y polémico Perico Fernández.
Martín Berrocal en sus últimos años |
A finales de agosto, el match maker hizo un viaje por diferentes
países latinoamericanos con un plan impresionante: intentaría cerrar las
defensas de tres campeones mundiales en territorio español. Así, la primera
idea era enfrentar a Alfredo Escalera contra Antonio Guinaldo por el título
Superpluma del WBC (Consejo Mundial de Boxeo), a Kid Pambelé (Antonio
Cervantes) con ”Dum-Dum” Pacheco siempre que este pudiera dar el peso
(Superligero WBA) y a Rafael Ortega con “niño” Jiménez (WBA pluma). Este, sin
embargo, afirmaba que estaba más cerca de pelear con Danny López, que era el
campeón pluma de la otra organización, el WBC (el "coloradito" López sería más tarde verdugo de
Castañón y perdería el título con el mítico Salvador Sánchez).
A pesar de que Berrocal no cerró ninguna pelea en un primer
momento, lo que supuso una decepción para todos, a principios de octubre se
informaba de que había logrado un acuerdo con el equipo del panameño Ortega
para defender en nuestro país, posiblemente el 19 de noviembre. La pelea fue
ofrecida por el promotor a Manuel Massó, que se había proclamado dos semanas
antes campeón europeo, pero su gente creyó más sensato afianzar el título
continental. Después, se le ofreció al leonés Castañón, campeón de España y al
que Martín Berrocal llevaba tiempo siguiendo para valorar la incorporación a su
“cuadra”. Este estaba a punto de cerrar, precisamente, su pelea obligatoria con
Massó, por lo que también lo rechazó. Este combate ya citado, Massó vs Castañón
fue también conocido porque el leonés dijo no a una gran oferta, se fue a
subasta y al final ganó una bolsa mucho menor y tuvo que ir a Barcelona a
pelear (Soria era el manejador del campeón).
Sin púgil que oponer a Ortega, al final hizo la oferta a
Lastra, que aceptó casi sin hablar de dinero. De hecho, trascendió lo que
cobraría el panameño, 4 millones de pesetas (que al parecer fueron más), pero
no lo del cántabro. El combate fue trasladado de la fecha inicialmente prevista
al 17 de diciembre, y el lugar elegido fue Torrelavega, pues se podría realizar
en el Recinto Ferial del Ganado, pudiendo dar cabida a unas 6.000 personas. Aproximándose
la fecha, Martín Berrocal amenazó con llevarse a Bilbao la velada, ya que los
gastos de alquiler del local eran muy elevados (500.000 ptas de la época).
Finalmente, una reunión permitía el acuerdo entre las partes y se podría
celebrar en la ciudad cántabra con un presupuesto de 8 millones, figurando como
co-promotores Martín Berrocal y el hermano del púgil, José Lastra. Las entradas
oscilarían entre las 4.000 y las 600 pesetas.
Rafael Ortega era un púgil, panameño, muy particular.
Apodado “el brujo”, él decía que se podía deber
a que había realizado algunos combates en los que, tras ir perdiendo,
remontaba. Cuando le preguntaban, respondía que se había hecho boxeador casi
por necesidad, ya que era de una familia muy humilde. Además, no recomendaba
que los niños quisieran ser boxeadores, sino que los animaba a estudiar y
buscarse la vida por otros lares. Era un púgil correcto, técnico pero de
poca pegada. Había debutado en el campo profesional en enero de 1970 y no había
enfrentado a gran oposición, excepto quizá un Chucho Castillo hacia el final de
su carrera y con el que perdió.
El campeón que no lo hubiera querido ser |
Tenía un récord de 21-2-5 cuando alcanzó la oportunidad de
pelear por el título que había dejado vacante el genial Alexis Argüello cuando
subió de categoría. Así, en Enero de 1977 se enfrentaba al también nicaragüense
Francisco Toro Coronado (14-9-0), quien realmente no tenía méritos claros contraídos
para luchar por un título mundial. Pero la WBA, que en 1974 había dado un golpe
de timón y en la que los dirigentes latinos se había hecho con el control
(liderados por dos panameños), quizá tuviera un pequeño trato de favor. En
pelea cerrada, “el brujo” se proclamaba campeón mundial. En mayo, se desplazaba
hasta Japón para hacer la primera defensa, derrotando también por puntos a Flipper
Uehara, en la que posiblemente fue su mejor pelea.
El sentir generalizado era que el combate sería difícil
pero que no se trataba, ni mucho menos, de un rival inalcanzable como lo había
sido el mexicano Carlos Zárate, quien el 7 de diciembre había peleado en el
Palacio de los Deportes, con el título gallo WBC en juego y le habían bastado cuatro
rounds para derrotar a Juan Francisco Rodríguez, en otra velada con Martín
Berrocal de protagonista. El gran campeón mexicano había venido a sustituir a
otras figuras anheladas como los citados Pambelé y Escalera (combate merecedor
de una futura entrada en el post).
Una vez que los contratos estuvieron redactados, sólo quedaba
resolver alguna cuestión. Entre ellas, que la WBA aceptara la pelea, pues “Uco”
no se encontraba incluido entre los 10 primeros de su clasificación. También la
Federación Española de Boxeo tuvo que acercar posturas con el organismo, pues
hasta el momento el reconocimiento de nuestro país era hacia el WBC, a pesar de
que José Durán ya se había proclamado campeón del mundo en Japón. A principios
de diciembre, en los nuevos listados de la WBA, el español aparecía “milagrosamente”
en el puesto nº 10, con lo que se daba luz verde al combate, si bien Elías
Córdova (uno de los máximos dirigentes) establecía que el ganador debería
defender obligatoriamente con Eusebio Pedroza.
Lastra se concentró para el combate cerca de Madrid, en
Torrelodones. Su entrenador habitual era Victoriano Diego y, en ocasiones,
también había colaborado en su acondicionamiento otro exboxeador santanderino:
el excampeón de España del superligero José Luis Torcida. Pero Berrocal quiso
que estuviera cerca de su gente de confianza, cuya cabeza visible era un joven
y luego mítico Martín “Búfalo”, así que compartió gimnasio con Juan Francisco
Rodríguez o… Roberto Castañón, que ya estaba bajo la influencia del promotor. El
8 de diciembre llegaba a España “el brujo” Ortega, para partir de Madrid a
Santander y hacer allí el entrenamiento final.
Ambos púgiles se vieron las caras por primera vez el
miércoles anterior al combate, ya en el Hotel Rin de la capital cántabra. Hubo
duelo dialéctico pero sin ningún tipo de alteración y reducido a yo ganaré y
formalismos así. El panameño, medio riendo, dijo de Cecilio que “vaya pequeñajo”,
pues le sacaba más de un palmo de estatura. El español le espetó: “Lo siento
pero voy a romperte. El título se queda aquí: en la montaña”. Lo cierto es que
ambos eran dos tipos estupendos, humildes, sensatos. Mientras tanto, la ciudad
se preparaba para el evento, en especial el recinto: sillas, ring, adaptación
de vestuarios, taquillas… 6.500 personas se calcula que asistieron (más de las
permitidas inicialmente, incluso), en
una ciudad que entonces rondaba los 50.000 habitantes pero que disponía de una
buena posición económica para la España de la época. De hecho, era conocida
como “la ciudad del dólar”.
Tras los combates preliminares, donde Pedro Jiménez
derrotaba al local Antonio Alonso Sanmiguel y Vicente Rodríguez a “Kiko” García,
llegó la hora de la verdad. Como árbitro con derecho a puntuación, el
venezolano Jesús Celis; los otros dos jueces, el panameño Medardo Villalobos y
el español Jesús Bermejo. El combate empezaba y Lastra, al que todos daban
posibilidades si se anotaba la victoria por la vía rápida, salió con gran
empuje, demostrando que si se tenía que dejar la vida sobre el ring, lo iba a
hacer. Pronto sorprendió a Ortega, quien quedó desconcertado por la valentía
del español y su boxeo de zurdo, algo que lamentablemente desconocían en su
equipo (habían trabajado con sparrings diestros).
En una de las ocasiones que “Uco” arremetió contra su
rival, en el tercero, una mano izquierda nítida al mentón mandó al panameño
contra las cuerdas y, sin estabilidad, a la lona. El júbilo se disparó, aunque
Ortega logró vencer a la cuenta y la campana impidió que Lastra finiquitara la
contienda. Si hasta el momento el campeón había realizado un combate poco
fluido, esto se iba a agudizar. Abusó del clinch,
intentado que el santanderino se desquiciara y no pudiera meter sus manos, usó
alguna que otra argucia fuera de reglamento para desquiciarlo… pero el que conseguía
puntuar era el aspirante, que lanzaba una y otra vez esa izquierda (quizá poco
ortodoxa) en la que se dejaba el corazón.
Momentos previos al campanazo inicial |
Con el pasar de los rounds el combate fue equilibrándose,
con un Ortega que lograba meter su derecha, aunque poco dañina, e imponer su
gran juego de piernas: caminaba bien el ring, metía alguna izquierda abajo,
pero cuando el español atacaba, directamente se agarraba. “El brujo” parecía
que podía ejercer como tal y dar la vuelta al combate, especialmente en los
rounds 11º y 12º, ampliamente dominados por su parte. Sin embargo, el montañés
nunca desfalleció, y con el apoyo de un público que jaleaba cada una de sus
acciones, llegó al round final dando la cara. Tras finalizar el 15º, el clima
era de plena confianza en la victoria del español. Se anunciaron las tarjetas y
el Recinto Ferial estalló, si era posible hacerlo más: Cecilio “Uco” Lastra era
el nuevo campeón del mundo. El séptimo español que lo conseguía.
Ortega, casi inmediatamente, anunciaba su retirada. Como
hemos dicho no le gustaba el boxeo y ya había conseguido, además de una muy
buena bolsa, el sueldo mensual vitalicio que su país otorgaba a todo campeón
mundial (unas 25.000 ptas españolas de la época). Por su parte , tras un
par de negociaciones que quedaron en nada, perdería el título (aunque ganaría
una buena y merecida bolsa) en su siguiente combate contra el retador
obligatorio, el citado Eusebio Pedroza, cuya leyenda empezaría ahí. Sirvan
estas palabras como homenaje al valeroso púgil cántabro, al que un puñado de “locos
extraordinarios” andan estos últimos meses reivindicando y ofreciendo un
reconocimiento más que merecido.
Me gustaría conseguir ese gran combate pagaría por él y fotos
ResponderEliminar